Hay líneas que son como los sueños, que se cruzan con las sandalias rotas, con los bolsillos llenos de esperanza pero también con el miedo de que se ahoguen en el río.

Al que migra le espera trabajo, mucha fatiga; es golpeado por el cambio climático e inevitablemente, por el hambre y la sed. Está expuesto a peligros de ladrones, de criminales, de explotadores, a las policías de los sitios de tránsito y muchos otros riesgos.

El estruendo de La Bestia se hace presente en la mente de Sergio Prieto, investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (Conacyt), adscrito al Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).

Se remonta a los años 90 cuando se daban a conocer en los medios de comunicación las primeras imágenes de la furiosa locomotora tapizada de personas hasta el techo.

ESPACIO DE TRÁNSITO

Para él, aquello no era tan novedoso a nivel mundial, porque en Europa, en la región del Mediterráneo, hay muchas similitudes analíticas con lo que sucede en el sur de México, porque “lo que define a esta frontera es que está entre el tercer mundo y el primero. Es un espacio de tránsito entre el sueño americano y las pesadillas de Centroamérica”.

Ahí se encuentran la pobreza extrema y la esperanza de la riqueza. Así también es la semejanza “entre África subsahariana empobrecida hasta la raíz, con el norte de Europa, tan rico”.

Con los pies en la tierra campechana, voltea hacia la frontera sur: el Suchiate, el Usumacinta y tres líneas artificiales. Kilómetros y kilómetros de exuberante vegetación ¡Pura naturaleza!

La región constituye una zona de gran diversidad biológica y es considerada uno de los sitios megadiversos del planeta, por su riqueza hidrográfica, su particular orografía y la variedad de ecosistemas que coexisten.

La selva maya es el área de bosque tropical más grande de Mesoamérica, compartida por México, Guatemala y Belice, un territorio sumamente difícil de controlar, a diferencia del borde del norte, que es desértico.

FRONTERAS LARGAS

“Podemos comparar lo que está sucediendo en la frontera sur con lo que ha ocurrido en las últimas cuatro o cinco décadas en la frontera norte, límite entre México y USA.

Una de las fronteras más largas del mundo, la más militarizada; la frontera por donde pasan más migrantes anualmente.

Es un espacio sumamente representativo, con toda esa militarización, con toda la potencia que tiene la política de Estados Unidos, los recursos, etc. y después de 50 años vemos que la migración sigue pasando”.

Entonces, con más dificultad se controlaría la migración en la frontera sur con densas extensiones de selva salvaje.

“No hay un muro, no hay un ejército que sea capaz de parar la necesidad humana por sobrevivir”, considera el científico.

El investigador explica que Campeche no es un destino para los migrantes y que uno de los pasos más importantes es Chiapas.

ESPACIOS HERMANOS

Históricamente las fronteras han sido espacios de encuentro, explica Sergio Prieto, quien trabaja en el proyecto “Flujos mixtos y migraciones forzadas en la Frontera Sur de México”.

Para él, por más que la idea de frontera se refiera a esa separación física entre un lugar y otro, esgrime que históricamente las fronteras son espacios de encuentro.

“Se puede visibilizar muy bien: te pones a comparar cómo es una persona. Cultura, lengua, tradiciones” y te das cuenta que en Chiapas y Guatemala son más parecidos que un chiapaneco con una persona de Monterrey. Éste tiene menos en común con una persona de Chiapas, que con una de Texas”.

México es muchos Méxicos –continúa– muchos pueblos, mucha diversidad y la frontera, pese a que uno pensaría que lo que está en el otro lado es diferente que lo que está adentro, en esta frontera sur nos muestra cómo la continuidad es mayor entre Chiapas y el Petén, en Guatemala, que entre Chiapas y Sonora, estando dentro del mismo país.

“Tenemos una imagen del mundo donde existen las fronteras donde hay líneas dibujadas en el mapa que separan nuestro país de lo que son otros países. Hay muchas fronteras que uno puede atravesar sin darse cuenta”.

PERDIDO EN LA SELVA

Así fue el caso de un niño guatemalteco que se perdió entre la selva. Su intención no era cruzar a México, sino que, jugando, de pronto caminó tanto que se vio extraviado y, tras mucho andar había llegado a una población calakmuleña.

Una de sus anécdotas que más le sorprendieron al doctor Prieto, fue en Chiapas.

“Es muy fácil caminar y estar en Guatemala sin que necesites documentos, ni entiendas que estás pasando a otro lado distinto. Recuerdo una de las veces que pasé del lado del Suchiate, en Tapachula.

Me senté en una cantina a tomar algo, mientras observaba algo que era lo que pasaba alrededor, cómo se movía la gente… había continuidad, no había separación más allá del río.

Entonces yo estaba del lado guatemalteco tomándome una cerveza guatemalteca y hablando con alguien de allá con acento guatemalteco durante 10 ó 15 minutos y ¡Las cosas que pasan!

Le pregunté qué comercia, cómo traía su mercancía, y en un momento dado le pregunto de dónde es, me dice que es de Tapachula, Chipas. Tiene su changarro del lado guatemalteco y sin ningún problema va todos los días a trabajar allá.

Él me decía que solo notaba que estaba atravesando una frontera solo cuando veía un militar.

Las fronteras justamente son espacios donde se dialoga en términos de quién puede pasar, cuándo. México, Egipto, Líbano, son países muy similares a México en términos de operatividad, lo que hacen es ser “países tapón”.

FRONTERA NO LINEAL

Entonces, concluye que la frontera del sur no es lineal. No separa mundos distintos, son finalmente las estructuras humanas, las políticas humanas las que nos separan. La frontera campechana con Guatemala y Belice son espacios hermanos.

La imagen más familiarizada es la de la migración indocumentada, forzada, como un fenómeno conflictivo, que hay que combatir y controlar. Pero ello silencia la experiencia y el conocimiento de aquellas personas o de ese grupo social.

El informe Crisis Group nos presenta que, en muchas localidades fronterizas “la población local considera que los centroamericanos son los responsables del aumento de la delincuencia, lo que ha generado reacciones violentas, incluso llamamientos a que el sur de México construya su propio muro.

Los refugiados y los migrantes sufren cada vez más discriminación y a menudo se ven atrapados entre instituciones estatales erráticas, delincuentes predatorios y vecinos alarmados”.

En el fondo las políticas que se están llevando a cabo hoy día en México y en la frontera sur, con programas como “Tren Maya”, “Sembrando Vida”, tienen que ser leídos en términos de política migratoria, pues buscan controlar esa migración, hacer que no haya condiciones para que las masas del tercer mundo lleguen al primer mundo.

Sin embargo, los estudiosos recalcan que la migración ha existido siempre y va a continuar existiendo.

“Es una característica natural del ser humano”. Nos movemos, porque tenemos necesidad, porque nos gusta.

“El ser humano se ha movido desde mucho antes de que existiera el pasaporte y lo va a seguir haciendo sin duda”, remata el investigador de movilidad y migración vinculados al desarrollo de megaproyectos en la región fronteriza México-Centro América.

Informe Crisis Group

Los centroamericanos, que durante mucho tiempo han sido víctimas de la delincuencia cuando viajaban hacia el norte, ahora se enfrentan a numerosas organizaciones delictivas dispuestas a secuestrarlos, someterlos a abusos físicos y sexuales, o asesinarlos. Las pandillas incluso han llevado a cabo incursiones en albergues de migrantes.

En muchas localidades fronterizas, la población local considera que los centroamericanos son los responsables del aumento de la delincuencia, lo que ha generado reacciones violentas, incluso llamamientos a que el sur de México construya su propio muro.

Los refugiados y los migrantes sufren cada vez más discriminación y a menudo se ven atrapados entre instituciones estatales erráticas, delincuentes predatorios y vecinos alarmados.

La frontera que serpentea entre México y Guatemala fue delimitada en el siglo XIX, pero solo en décadas recientes ha experimentado una migración masiva.

En las últimas etapas de la Guerra Fría, miles de centroamericanos llegaron a la zona fronteriza tras escapar de guerras civiles.

Por aquel entonces, México intensificó su apoyo a las negociaciones de paz en El Salvador y Guatemala, lo que llevó a la repatriación voluntaria de refugiados en la década de 1990.

Hoy, oleadas de migrantes y refugiados están huyendo de la pobreza y la violencia en los países al sur de México. Pero esta vez el control de la frontera sur de México no es un problema local.

La relación bilateral más importante de México – con EE.UU – depende como nunca antes de la capacidad del país de frenar la marea de la migración hacia el norte.

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